Remember – Laibach: «la música pop es totalitaria».

Bautizar a tu banda con el nombre alemán de tu ciudad (Laibach: Liubliana) viviendo en la Serbia comunista de los 80 era raro.

Hacer versiones de Queen y otros supergrupos con aire marcial entre wagneriano e industrial, también.

Utilizar una estética deliberadamente nazi en toda tu producción videográfica y en tus conciertos, era peligroso.

Si encima te daba igual que te vetaran en todas las televisiones y salas de conciertos de Europa del este, que te acusaran de pronazi, que boicotearan tus actuaciones y la policía te impidiera entrar a tocar en una capital alemana… entonces es que eras Laibach, un grupo del que los muy posteriores Rammstein beberían tanto que no conocían su nombre.

La videografía de este transgresor grupo, cuya crítica a los totalitarismos a través de más que la parodia, la mímesis (una rara avis sólo comparable a los aún más extraños mascarudos The Residents y su Third Reich and Roll) es un inquietante cóctel de imágenes criptofascistas divertidísimo de desentrañar si no se tienen muchos prejuicios.

Una de sus producciones videográficas originales, la versión del hit de Opus «Live is life» transforma el «gut-feeling» del antiguo himno en una arenga de fascismo cárpato. La realización y la estética beben de El triunfo de la Fé, una de las primeras producciones de Leni Riefenstahl, y de oscuros filmes de propaganda del Servicio Alemán del Trabajo, la organización nazi cuyo lema «Fuerza a través de la Alegría» estaban retomando los neonazis del este de europa en aquel momento.

Laibach, aún en activo con interesantes propuestas como el álbum kitsch «Volk«, donde versionan himnos de países que van de España a Rusia, nunca abandonaría la provocación y el gusto por el chic totalitario (el look entre Vlad Dracul, Hitler y Gary Cooper en Beau Geste de su cantante es antológico, al igual que su cavernosa voz – nunca ecualizada, a diferencia de la del de Rammstein).

Como muestra un botón: su vídeo para su versión del «Across the Universe» de los Beatles, pesadilla gondriana que no desentonaría en el cine club de un campamento de las HitlerJugend – y su pegadizo bakala-industrial «Tanz mit» (cuya letra reza «baila, baila ahora, baila con el fascismo, con el comunismo, con el anarquismo, baila ahora»).

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